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viernes, 19 de abril de 2013

MindBook - 28: Epílogo

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El día parecía transcurrir con una exasperante lentitud. Alma no veía el momento de regresar a casa y preparar la cena con Inquieto. El hecho de no ser pareja estable –a pesar de la satisfactoria experiencia de ayer– desaconsejaba el romántico contacto telefónico diario propio de toda pareja sentimental digna de tal nombre. Por lo tanto, no podía hacer más que armarse de paciencia y concentrarse en el trabajo. Por fin, llegó a casa, abrió el smartFreezer y, consciente de sus carencias culinarias, eligió dos sofisticados productos preparados, a punto de degustación con sólo 5 minutos de proceso –pensó que una ración de pastillas no era el mejor preludio para una noche que se prometía inolvidable–. Se acicaló para la ocasión y entró en nerviosa espera. Creía recordar que habían quedado a las nueve y el retraso ya sumaba treinta minutos, lo que resultaba inconsistente con la extremada puntualidad de la que Inquieto había hecho gala en todas sus citas. A los nervios se sumó la intranquilidad. Dudando sobre la oportunidad de su decisión, le llamó por teléfono. La intranquilidad subió varios grados al recibir por única respuesta el repetitivo y enigmático mensaje: «teléfono cancelado». Sumida en un mar de dudas, inició una sesión en MindBook. Por si estaba en casa, le mandaría un mensaje con prioridad alta –aviso con pantalla en stand-by–.

Pero no pudo. La simple selección de destinatario provocaba la aparición del escueto mensaje «Cuenta cancelada. Recepción de mensajes inhabilitada». Presa de pánico –Alma, como todo miembro de la tribu, conocía perfectamente el significado del mensaje–, abandonó el servicio de mensajes y entró en el perfil de Inquieto. Sus sospechas quedaron confirmadas. En la cabecera se mostraba una típica esquela –cuadro blanco con ribete negro– con la siguiente leyenda:
«Cuenta cancelada. Los datos públicos de perfil y biografía se mantendrán on-line durante un mes».
Y esto era todo.

Alma lamentó ahora que su único vínculo con Inquieto fuera a través de MindBook  –el teléfono móvil también era un terminal permanente del sistema– y que su relación no se extendiera a familiares o amistades comunes –ignoraba que, fallecido su padre, Inquieto era el último de la saga–, lo que le impedía conocer las causas de su desaparición. Todo lo que le quedaba era el recuerdo de sus escasas citas y de la –ahora lamentada– corta velada de ayer. Pensó que la consulta de su biografía la ayudaría a conocerle un poco más –apenas lo seguía en MindBook–. Pasó casi una hora repasando sus antiguas publicaciones y se sintió reconfortada con su recuerdo.

Mientras, en el centro de control, el inspector de turno vigilaba atentamente sus movimientos a la espera de algún desliz. El monitor indicaba nivel 7. Éste era el protocolo automático para los casos en los que se habían mantenido relaciones sexuales con una «cuenta cancelada» dentro de las 48 horas previas a la «cancelación». Alma, si no se complicaba la vida, permanecería en este nivel por dos años. Todo estaba debidamente protocolizado.

Cuando regresó al menú principal, MindBook la sorprendió con una lista de propuestas de amistad con «afinidad sentimental garantizada». Alma cerró la sesión con desgana. Pensó que su mindyname era una losa insostenible. Probablemente estaba predestinada a ser siempre un Alma «solitaria». Por una u otra causa, sus parejas siempre la abandonaban –afortunadamente para ellos, no siempre por «cancelación»–. Y se fue a dormir. Dejó la lista para mañana. Begin the begin.

No continuará...

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