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miércoles, 25 de julio de 2012

Egoísmo, Yoísmo y Creatividad

Un yoísta en acción
Empezaremos diciendo que el término "yoísmo" no está reconocido por la Real Academia, a pesar de lo cual su utilización es bastante frecuente, lo que no descarta su futura homologación, ya que el significado aplicado por "la calle", difiere notablemente del etimológicamente muy próximo "egoísmo". Por lo tanto, aventuraremos una definición propia: "una preocupación desmesurada y enfermiza por exaltar públicamente el yo (ego)". Pienso que, aunque difícil, yoísmo y egoísmo pueden darse por separado. El yoísmo se manifiesta por la necesidad de que los demás perciban nuestra condición superior, mientras que el egoísmo implica pensar en nosotros mismos antes que en el prójimo. Por lo tanto, el egoísmo puede darse aunque nos sintamos inferiores, lo cual es, en mi opinión, absolutamente incompatible con el yoísmo. Es esta convicción de nuestra superioridad la que induce, en los aquejados de yoísmo, a su compulsiva exteriorización. Por lo tanto, repito: "Yoísmo no es egoísmo".

También conviene fijar las coordenadas espacio-temporales en las que se genera esta entrada: Tras dos semanas de convalecencia de una intervención de cataratas, leo (con zoom en el iPad) una entrevista a Moisés Fernández Via, joven compositor y multi-instrumentista, una persona que tiene todos los números para sentirse autorealizado, con un subidón de autoestima y una cierta justificación para ser candidato a egocéntrico. En esta entrevista suelta una frase que me impacta: "El proceso creativo me saca del yoísmo". Como se puede apreciar, el término "inexistente" en su propia boca.
Paralelamente, en uno de los foros de filosofía donde participo (ahora muy poco) se mantiene un cierto debate sobre el egocentrismo con acusaciones cruzadas y descalificaciones constantes, nada filosóficas, por cierto. Esta conveniente y oportuna combinación es la que me ha llevado a las reflexiones publicadas en esta entrada del blog, con el propósito de que sirvan para recapacitar sobre el tema. A mí, me ha servido.

Hecha esta aclaración, empecemos con mis reflexiones:

La creatividad es el mejor antídoto contra el yoísmo. Y la monotonía, en cambio, lo alimenta. El afán de éxito, satisfacción y excelencia personal es perfectamente digno, pero debe mantenerse en el plano personal (en el de la autorealización o autoestima, cúspide de la pirámide de Maslow). La repetición voluntaria y consciente del mismo discurso, con la pretensión de ilustrar al entorno de la verdad (de nuestra verdad) únicamente tiene sentido como una necesidad de afirmación del yo, evidenciando, paradójicamente, una notable inseguridad en sí mismo.

Sensu contrario, la constante búsqueda de respuestas alternativas, lo que implica la aceptación de planteamientos y pensamientos ajenos (el cambio, la creatividad, en suma), es la mejor vacuna contra los ataques de yoísmo.

El convencimiento de haber alcanzado la excelencia personal es perfectamente lícito, pero no es preciso publicitarlo, ya que hacerlo puede resultar contraproducente.

No estamos hablando de llevar un cartel pegado en el pecho, pero debemos ser conscientes de que a través de la actitud, de la rotundidad de las sentencias, de la tasada combinación de onomatopeyas, frases cortas y exposiciones eruditas, de la ausencia de respuesta y consideración de las posiciones del interlocutor y, en suma, de dar la impresión de ostentar la verdad absoluta, se es mas explícito que disfrazándose de hombre-anuncio.

Esta actitud es apropiada (incluso adecuada) en clases magistrales, conferencias o turnos de preguntas, pero absolutamente inapropiada en mesas redondas, tertulias o debates, ya que, en este caso, el entorno tiene voz y, como humano que es, corazoncito, por lo que necesita percibir atención y consideración a sus propios planteamientos. Esto es lo que diferencia un diálogo de un monólogo.

Pero para ello, se necesita una mentalidad abierta y creativa, dispuesta a considerar alternativas a los planteamientos propios, los cuales, no lo olvidemos, pueden no ser los más acertados (observemos que no he dicho "erróneos"). Cada uno tiene "su verdad", y si le sirve, buena es. Pero lo que no es de recibo es querer imponerla a los demás. Y si este no es el propósito, ignorar los plantamientos ajenos y desautorizarlos con "nuestra verdad" no consigue otro resultado que irritar al contrario y, como efecto colateral, afirmar el yo, en una clara demostración de egocentrismo.

Cualquiera que haya hablado en público con frecuencia habrá experimentado la importancia de la actitud, incluso postural, para conseguir una razonable empatía entre el parlante y el auditorio. Esta necesidad se ve acrecentada en diálogos virtuales, donde no tienes realimentación visual y cuentan hasta los segundos, minutos, horas o días que tardan las respuestas, tardanza que puede interpretarse de variadas formas, incluyendo el propósito de "ningunear" al oponente. Por esto resulta importantísimo "ponerse en la piel" de tu interlocutor, al cual, en este momento, debes verlo como tu cliente, y, por lo tanto, tu obligación es mantenerlo satisfecho. Lo que implica pensar en él. Todo lo contrario al yoísmo. Y la mejor manera es atender sus reflexiones y aceptar que pueden ser acertadas. Y si estamos convencidos que no lo son (puede ser que argumente que 2 + 2 son 5) hacérselo ver educadamente, sin prepotencia ni frases lapidarias. Poniéndonos a su altura intelectual (en el caso de suponer que es inferior, aunque, frecuentemente, el yoísta se olvida de que su interlocutor puede ser superior).

A esto le llamo yo tener mentalidad abierta y creativa. Por muy fuertes que sean tus convicciones, siempre puedes modificarlas con aportaciones propias y de tu entorno. ¿Alguien es capaz de afirmar que sus convicciones más íntimas no se han modificado desde la pubertad? ¿incluso en el úitimo año? Nadie en su sano juicio. El Yo es personal e intransferible. No hace falta publicitarlo. Nuestros actos y nuestras omisiones lo evidenciarán mejor que la exposición explícita de nuestra "musculatura íntima". Percibirán nuestra excelencia de forma voluntaria y no impuesta. Mucho mejor. Pensemos en ello.

"El proceso creativo me saca del yoísmo" (Moisés Fernández Via. Compositor).

"No te vendas, deja que te compren. Aunque resulte paradójico, aumentará tu autoestima" (Germán Gallego)

"Cuando el hombre se mira mucho a sí mismo, llega a no saber cuál es su cara y cuál es su careta" (Pío Baroja).

"Un egoísta es aquel que se empeña en hablarte de sí mismo cuando tú te estás muriendo de ganas de hablarle de ti" (Jean Cocteau).

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