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lunes, 8 de abril de 2013

MindBook - 14: Amnesia...

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Al prestar de nuevo la máxima atención al recuerdo, percibió una sensación nueva. Algo que era la primera vez que experimentaba. Tenía la impresión de que faltaba algo muy importante, pero en este momento no fue capaz de interpretarlo. Era como si la vividez del recuerdo se aplicase únicamente a su persona. De hecho, estaba reviviendo con precisión y fidelidad absoluta todo su discurso, pero las respuestas de su padre sonaban caba vez más débiles, hasta el punto que la última apenas le había resultado inteligible. En cambio, su voz sonaba fuerte y clara:

–Se podría decir que la práctica totalidad de las predicciones del abuelo se cumplieron: la reducción acelerada por fusión o cierre de medios, prensa, radio y TV, el colapso del mercado, la deriva de la opinión pública hacia una ética de subsistencia posibilista, la coincidencia de intereses entre las fuerzas vivas políticas, económicas y empresariales y la creciente inmersión de las masas en Facebook, la única red social que sobrevivió, en un intento de reconstruir su lamentable realidad cotidiana y de disfrutar de un espacio virtual de afirmación de su personalidad que les parecía inocuo y gratificante, lo que resultó ser el embrión de MindBook –dejó aquí la frase, dando pie a la réplica de su padre.
–... –contestó su padre, acercándose a su oído.

Resultaba evidente. Su padre le había contestado, pero no escuchó lo que dijo. Y a juzgar por su expresión, debía estar bastante cabreado. Pero el surrealista diálogo continuaba.

–Pero papá, a pesar de todo lo que dices, deberás reconocer que el balance no es para nada malo. A partir de 2035, cuando el deterioro irreversible de todos los parámetros y la crisis económica perpetua determinaron el Big Bang del nuevo orden universal materializado en MindBook, la situación de la humanidad no ha hecho sino mejorar –le cedió nuevo paso a su padre.
–... ... ... –el rostro de su padre estuvo encendido durante su largo parlamento. Incluso daba la impresión que estaba gritando.
–Vale, vale, no grites, que no tienes costumbre. Pero al margen de lo ultrajante que te pareció la orden de devolución de todos los libros, revistas, papel, herramientas de escritura y grabadores/reproductores de información, reconoce que MindBook resulta enormemente práctico. Y lo que es más importante para la mayoría de humanos: esencialmente normalizador e igualitario. Por lo menos, esto es lo que muestran las encuestas mensuales de opinión: satisfacción en todos los órdenes –quería dejar de una vez clara su posición favorable al sistema.
–... ... ... ... –indudablemente, la conversación no era del agrado de su padre. Sus respuestas eran cada vez más largas y su rostro más desencajado.
–Por lo tanto, te guste o no, bienvenido sea el chip subcutáneo, aunque duela un poco –bromeó de nuevo–, si representa un avance y yo lo creo así. Recuerda que hace tiempo que la situación mundial es una balsa de aceite, que el paro está en un nivel residual, que con mi sueldo y tu pensión podemos subsistir con dignidad –oir ahora esta palabra en sus labios le pareció un eufemismo– y que en la vida nada es gratis. Todo tiene un precio y el de esta seguridad inédita en casi medio siglo se llama MindBook. Y que dure –sentenció, sorprendiéndose de dar lecciones a su propio padre.
–... –la cortedad de su respuesta, su exagerada gestualidad y su torva expresión facial determinaron claramente que, por parte de su padre, la conversación había terminado.

Inquieto8! no cerró el recuerdo. Su sospecha se había confirmado. Sus recuerdos se habían visto manipulados. Recordaba esta conversación intensa, casi violenta con su padre. Pero ahora, acababa de asistir como un idiota a un monólogo. El suyo. Era como si algo o alguien se hubiera divertido eliminando todo vestigio de las palabras de su padre que, cabía esperar, debieron haber sido muy críticas con el sistema. Recordaba también que ésta –la del chip– fue la única conversación seria que mantuvo con su padre sobre MindBook y ¡no recordaba nada de lo que le respondió! Pulsó Pause, convencido de que no había nada más que hacer en 2050. Todavía confundido, pulsó Fast-forward, deseando no tener más sorpresas desagradables.

Abrió los ojos y se sintió feliz al sentirse arropado por el cómodo sillón del salón. Sin duda, había regresado al presente, a 2065, al día de su cumpleaños. También al dolor de cabeza. No era de extrañar, después de la sesión de pensamiento intensivo. Consultó la hora y concluyó que sería cuestión de empezar a pensar –vaya día, pensar, pensar...– en la comida. Debía estar todavía aturdido, porque, inconscientemente, dirigió la mirada al cursor –sin verlo, por supuesto– y apareció la pantalla de inicio de MindBook. Hizo caso omiso y se encaminó a la cocina. Unos minutos después, obedientemente, el cursor volvió a tomar posesión de la pantalla.

Continuará...

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