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lunes, 1 de abril de 2013

MindBook - 08: 2020

Capítulos anteriores: 01, 02, 03, 04, 05, 06, 07

Fueron apenas tres segundos. El número 2020 quedó un momento congelado dejando paso inmediatamente al recuerdo elegido automáticamente por su subconsciente. Observó que el grado de precisión primario del sistema de rebobinado mental era muy bajo. Si estuviésemos hablando de instrumentos de medida hablaríamos de resolución anual. No parecía posible determinar a priori una fecha concreta. Si deseaba más precisión debería buscar un calendario en la pared o dirigir una mirada furtiva a un periódico, acciones imposibles a menos que el recuerdo las incorporase. Inquieto8! era espectador pasivo de sus recuerdos, pues de otro modo hubiese modificado el pasado y eso, a pesar de los importantes avances científicos de la época, todavía no era posible. Por lo tanto, en su recuerdo, debería tener «unos quince años». De lo que no cabía duda era que el recuerdo debía ser relevante para el tema. De alguna forma, estaba marcado desde entonces y ahora se trataba de averiguar porqué.

De nuevo, con fidelidad extrema, vio –recordó– con su propios ojos a sus padres y a su abuelo en la misma habitación de la parada anterior. Ahora ya le resultaba bastante más familiar. La identificó como el comedor del domicilo de sus abuelos. Su abuela había fallecido el año anterior. Por eso no le extrañó su ausencia –para recordar estas luctuosas fechas no eran necesarias ayudas extra–. Con toda probabilidad, se trataba de una visita formal rutinaria dentro del marco de una excelente relación familiar. A diferencia de la parada anterior –diez años y tres segundos antes– escuchaba fielmente las palabras de los presentes, incluido él mismo. Parecía evidente que se trataba de una sobremesa y la conversación giraba en torno a la situación mundial. Su abuelo defendía que la imparable e irreversible globalización y la multiculturalidad consecuente, combinada con las omnipresentes e invasivas tecnologías de la información, la lamentable regresión –en su opinión, provocada– de la cultura y la sistémica crisis económica que azotaba a todo y a todos desde hacía más de tres lustros, llevaría de forma lógica, deseada, consensuada y aceptada a un cambio de paradigma universal. Era evidente que la conversación empezaba a rozar el umbral de la discusión.

–No comprendo cómo no lo ves –dijo el abuelo.
–Me parece un planteamiento catastrofista –replicó su padre.

Estas eran las posiciones, aparentemente irreductibles. Aunque el abuelo no iba a dar su brazo a torcer fácilmente.

–Lo que sucede es que no prestas atención a las señales.
–¿Señales? ¿Qué señales? –el tono de su padre empezaba a subir.
–Te las voy a revelar, porque parece que no sois de este mundo.
–No sabes cuanto te lo vamos a agradecer –contestó con ironía.

Inquieto8! pulsó mentalmente pause y reflexionó sobre el cariz que estaba tomando la conversación. Pensó que su padre, al meterles a todos en el fregado, se preparaba para la tormenta, esperando así repartir los daños. A pesar de llevarse muy bien, la diferencia generacional se manifestaba en una clara disparidad de criterios en cuestiones fundamentales. El acelerado proceso de cambio en todos los órdenes –social, político, cultural, tecnológico, científico, moral, etc.– lo llevaba implícito. Sin duda, el simple devenir del tiempo y los profundos y trascendentales cambios sucedidos, determinaban que los planteamientos vitales de cada generación se alejasen cada vez más de la anterior. Por lo menos, desde inicios del siglo pasado y de su legado en forma de dos guerras mundiales y el geométricamente acelerado desarrollo tecnológico consecuencia de los descubrimientos de la relatividad y la física cuántica.

Fue en este preciso momento cuando Inquieto8!, dejando de reflexionar, decidió regresar al recuerdo y aguzar la atención. No quería perderse lo más mínimo del debate. Tenía la impresión de que lo que llegaba era importante. Y tenía mucho interés en saber si él mismo llegó a abrir la boca –para hablar, se entiende–, porque su percepción le transmitía la sensación de que, en este momento, estaba bostezando ostentosamente, claro indicador del escaso interés que le despertaba el tema. Por cierto, el dolor de cabeza seguía brillando por su ausencia.

Continuará...

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