Se vio a sí mismo abriendo la caja que su padre guardaba en el fondo del armario de su habitación. Conocía su existencia desde hacía tiempo, pero el respeto a su progenitor y una difusa pero persistente sensación potencial de peligro le había impedido fisgonear. Esta sensación se veía reforzada por un hecho que admitía pocas interpretaciones: su padre jamás le había hablado de ella. Otro factor sumamente interesante era que no estaba cerrada. Por no tener, no tenía ni cerradura. Esta extraña circunstancia le había producido profundas dudas existenciales. ¿Acaso deseaba su padre que furtivamente accediera a su contenido? ¿Se trataba de una prueba? ¿Ocultaba una trampa? Decidió olvidarse de ella y considerar el asunto de la caja una demostración de confianza por parte de su padre. Sus motivos tendría para no enseñársela. Dio por buena la ocultación de la caja y no volvió a pensar en ella hasta hacía unos días. Pese a que, por esperada, no fue traumática, recuperarse de su partida le llevó más de tres semanas. Durante este tiempo ni entró en su habitación. Llevaban veinte años como pareja bajo el mismo techo, el tiempo que faltaba su madre. Mucho tiempo para olvidarse así como así. El hecho de no tener pareja estable ni descendencia había facilitado su permanencia en el hogar paterno, circunstancia, por otra parte, de lo más habitual desde los tiempos de la gran crisis. Una vez estabilizado emocionalmente, entró en la habitación, la limpió, recogió su ropa y pertenencias y al abrir el armario, allí estaba. Le dio la impresión de que más visible, más accesible. No estaba en el fondo, no hacía falta agacharse para verla. Asomaba su parte delantera a modo de tentación prácticamente irrechazable. No tuvo ninguna duda de que su posición no era accidental. Ahora quería que la viera. Como un último homenaje a su memoria, resistió la tentación y no la abrió. Decidió dedicarle atención absoluta. Terminaría con lo que estaba haciendo y esperaría al fin de semana, la víspera de su cumpleaños. Y aquí estaba de nuevo. Rebobinando, en plena recreación mental. Pero se sentía como si estuviera allí. A fin de cuentas, sucedió ayer.
Inquieto8! terminó de abrir la caja y se quedó boquiabierto.
Continuará...
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