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sábado, 15 de junio de 2013

Empatía física y virtual (I)

Nace esta entrada como respuesta a mis dudas sobre la existencia de la empatía virtual, entendiendo como tal la empatía no-física, cuyo entorno arquetípico son las redes sociales en general y Facebook en particular. Y querría empezar manifestando que me inclino por creer que sí, aunque el mismo hecho de tratarse de una creencia –lo opuesto a la razón– me hace mantener todas las reservas.

Como siempre, con objeto de asegurar el tiro y minimizar la inevitable incertidumbre e imprecisión del lenguaje, empezaremos con dos definiciones que ponen el tema en el punto de mira:

Wikipedia:
La empatía (del griego ἐμπαθής "emocionado"), llamada también inteligencia interpersonal en la teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner, es la capacidad cognitiva de percibir en un contexto común lo que otro individuo puede sentir. También es un sentimiento de participación afectiva de una persona en la realidad que afecta a otra.

Real Academia Española (acepción única):
Identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro.

La primera conclusión que se desprende de ambas definiciones es que la empatía es cosa de dos y que, coloquialmente hablando, aparece cuando la persona que empatiza cree estar "en la onda" del otro, lo que le permite conocer su "realidad" e identificarse mental y afectivamente con su estado de ánimo. Añadiremos también que la referencia a "estar en la onda" evoca inmediatamente el término «sintonía», característico de las ondas hertzianas y que es el que posibilita la comunicación de cualquier mensaje entre emisor y receptor. Por lo tanto, tenemos los cuatro conceptos que intervienen en la aparición de la empatía: creencia, sintonía, comunicación y mensaje.

Abandonemos, de momento, la creencia y elucubremos ahora un poco sobre la relación metafórica existente entre las ondas y la empatía. Cuando hablamos de comunicación generalmente obviamos su medio de transporte, el cual siempre es una onda, hasta el punto de que, en comunicación electromagnética, a la onda fundamental se le denomina «portadora»(1). Una onda se caracteriza por tres variables: su amplitud, su frecuencia y su forma. En un contexto audible, la amplitud equivale al volumen de la voz e iría desde el susurro hasta el grito atronador, pero más allá del susto o de nuestra sordera no aporta nada al mensaje en sí, por lo que en este juego no la tendremos en cuenta. La frecuencia es, con mucho, la característica más importante, porque es la que determina el valor para su «sintonización»(2). Por último, la forma es lo que su propio nombre indica. La forma de onda típica es la senoidal, representada por la altura sobre el eje horizontal, correspondiente al centro, de un punto recorriendo una circunferencia. Se trata de un forma de onda bonita, simétrica, de suaves curvas, de sonido agradable, paradigma de las variables continuas, en los antípodas de la ondas cuadradas o pulsátiles características de las variables discretas cuyo sonido binario resulta agresivo, desagradable e irritante. Pero todas son ondas, y todas se pueden sintonizar. En este ejercicio, tomándonos todas las licencias literarias, podríamos asociar la forma de onda con el carácter del individuo(3).

Dos ondas senoidales «empatizando»
Presentada la onda como un ente individual, veamos ahora qué sucede cuando se encuentran dos ondas o, lo que es lo mismo, dos candidatos a empatizar. Y resulta de capital importancia el hecho de que quien empatiza es siempre el receptor del mensaje. Evidentemente, la primera condición es estar –o, mejor dicho, creer estar– en sintonía con el emisor. Entonces podemos empatizar con él por afinidad o por complementareidad. En el primer caso –afinidad–, nos identificamos mental y afectivamente con su "realidad"; en pocas palabras: hemos encontrado un alma gemela. En el segundo –complementareidad– reconocemos que su "realidad" complementa la nuestra, llena nuestras carencias, lo que requiere necesariamente que seamos capaces de reconocerlas. ¿Cómo se correlacionan ambas formas de empatía con las famosas ondas? Por lo que llamaremos su "diferencia de fase". Dos ondas de la misma frecuencia pueden encontrarse en dos estados relativos límite: en Fase y en Contrafase. En el primer caso, ambas ondas inician el ciclo en el mismo punto y en la misma dirección –creciente o decreciente–. Entonces, la superposición –o suma– de las dos ondas crea una resultante de la misma frecuencia reforzada. Esta es la imagen de la afinidad perfecta. En el otro extremo –la Contrafase, también llamada «oposición de fase»–, ambas ondas inician el ciclo en el mismo punto, pero con crecimientos opuestos(4). En este caso, al sumarse, se anulan mutuamente. El resultado es cero. La inmovilidad perpetua. La(s) onda(s) desaparece(n). Esta es la oscura imagen de la antiempatía(5). Entonces...¿dónde situamos la complementareidad? Pues como siempre, en el punto medio aristotélico. En un desfase de un cuadrante de círculo, de 90º. Con este desfase, la superposición de ambas ondas genera una resultante de la misma frecuencia y forma, en la que las fortalezas y debilidades de ambas se compensan mutuamente, creando una nueva identidad más completa. El complemento perfecto. Algo muy distinto de la simple afinidad resonante, la cual no es otra cosa que «más de lo mismo».

No se debe olvidar que la resultante sólo es percibida por el receptor, es decir, por el que experimenta empatía hacia alguien. Ese alguien se mantiene en la más absoluta ignorancia del hecho, dado que la empatía es siempre una experiencia unidireccional, a diferencia de la simpatía, que puede ser mutua. El "empatizador" no hace nada para empatizar a nadie. Es su carácter y su "realidad" natural el que, expuesto a su entorno, llega en forma de mensaje al receptor, el cual empatiza con él.

Pero ya nos hemos extendido demasiado. En la próxima entrega, abandonaremos la física, las ondas y la «sintonía», centrándonos en el resto de conceptos que intervienen en el tema: creencia, comunicación y mensaje. Y, haciendo honor al título, exploraremos la empatía física –presencial– y la no-física –virtual–, así como su relación con la ética personal.

Posdata: Solicito comprensión a físicos e ingenieros por la superficialidad y ligereza con que se tratan las omnipresentes ondas, responsables, en cierto modo, en toda la amplitud de su espectro, de propiciar el conocimiento humano. Espero no haber cometido errores conceptuales de bulto, y si así ha sido, se agradecerán los comentarios.

1 - En este caso, el mensaje es otra onda que se monta a caballo de la «portadora».
2 - Una onda es, por definición, cíclica y la frecuencia es el número de veces que se repite por segundo. Hoy la mayoría de emisoras de radio y todas las de TV se sintonizan a golpe de tecla, pero todavía existen receptores de radio que permiten la sintonización manual de la frecuencia. Sin sintonía, resulta imposible "estar en la onda"; no se oye ni se ve nada.
3 - Hacemos abstracción de la forma de onda. Evidentemente, la situación óptima se dará con la coincidencia absoluta (caracteres gemelos) y esta idealización es la que estamos considerando. A partir de aquí, la superposición de ondas de formas distintas puede dar lugar a infinitas formas resultantes, aunque el concepto permanece.
4 - Esto corresponde exactamente a un desfase de medio ciclo (180º).
5 - La superposición de ondas en fase y contrafase es la responsable de los patrones de interferencia en el experimento de la doble rendija y en las americanas a rayas de los presentadores de TV.

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