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El tercero no lo sé etiquetar. |
Conservadores:
La primera duda que me asalta es qué es lo que conservan. Porque según sea me gustará o no. En principio, «conservar» es bueno. Evoca el paradigma de «sostenibilidad», modelo de lo hoy «políticamente correcto». Nadie me negará que todo lo sostenible debe conservarse. Por lo tanto, de una forma objetiva –si ésto fuese posible–, todos deberíamos ser conservadores. Pero se me antoja que la cosa no va por ahí. No estamos hablando de la Gaia de Lovelock, ni de la biodiversidad, ni del cambio climático, sino de las miserias humanas, de la política y, claro está, aquí la objetividad brilla por su ausencia. No se puede «conservar» lo malo, entendiendo como tal unas ideas periclitadas tendentes a perpetuar privilegios e injusticias sin fin sobre la humanidad(7). Todo esto desde la óptica sesgada y dogmática del bando «progresista».
Progresistas:
Tampoco está claro hacia donde orientan su «progreso». Porque esto es crucial para apuntarse o no. En principio, sorprende que este calificativo se lo autoasignen. Es decir, los progresistas presumen de serlo. Se ponen las medallas ellos mismos. Y, normalmente, son los que denostan a sus adversarios etiquetándolos de «conservadores»(8). También resulta sorprendente que sean acérrimos conservadores de sus logros con lo que se homologan a sus opuestos, en una suprema demostración de inconsistencia. En otro alarde de simplificación, su discurso tiende a asociar su «progreso» con la búsqueda del bien común, del bien de la mayoría, en contraposición a los «conservadores», perversas gentes de buen vivir únicamente preocupados por el bien de sí mismos.
Conclusión:
Menudo dilema. La verdad es que ayudan poco con su ejemplo diario, el cual contradice continuamente sus planteamientos teóricos. Y no iré más allá porque este no es un blog político. Terminaré intentando extraer algo positivo de la enorme duda. Creo que soy las dos cosas, lo que viene a ser lo mismo que no ser ninguna. Sin duda, esta posición puede parecer aséptica, acomodaticia o simplista, pero tras este análisis no puedo hacer otra cosa que reforzar mi escepticismo. En buena lógica, esta posición equidistante se podría calificar de «centrista», aunque no la acepto porque presupondría la existencia de los extremos defendidos por los simplificadores, los cuales –ambos– no tendrían ningún reparo en calificarla de «liberal» y tampoco tengo demasiado claro el significado de este nuevo término.
En resumen, nada de centros ni equidistancias. Una ética personal de calidad debería ser capaz de tomar lo bueno que existe en cada etiqueta y huir de generalizaciones. Conservar lo conservable y progresar en el buen sentido. Menudo descubrimiento. A ver si al final resultará que, a mi manera, soy «liberal», en el sentido de defender la libertad y los derechos individuales en la medida que no vulneren los de los demás. Norma única.
Karl Popper dijo sobre la limitación de la libertad:
Una formulación muy hermosa que, creo, procede de América es la siguiente: alguien que ha golpeado a otro afirma que sólo ha movido sus puños libremente; el juez, sin embargo replica: «la libertad de movimiento de tus puños está limitada por la nariz de tu vecino»El juez... ¿Conservador o Progresista?
1 - Nótese que me he abstenido de emplear el término «rebaño».
2 - No se tome «espectro» en su acepción de «fantasma».
3 - Caramba con el lenguaje. ¿La política «gris»? Qué va!!!
4 - Evidentemente, ambos reclaman para sí el «blanco».
5 - En mi caso, ya muy frío.
6 - Y dudo que ellos lo sepan (ni les importe).
7 - Normalmente, se conforman con hablar de su pequeña tribu.
8 - Ignoro la causa por la que los conservadores no presumen –normalmente– de serlo. Quizá se deba un atávico complejo de culpabiidad nunca presente en el progresismo. Incomprensible, pues ambos tienen mucho de lo que olvidarse.
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