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sábado, 4 de mayo de 2013

La importancia del Soporte

Un buen envoltorio para un buen contenido.
«Forma, cuerpo, continente y apariencia» son, entre otros muchos equivalentes, términos que se consideran «menores», de inferior categoría conceptual que sus contrapuestos «fondo, espíritu, contenido y realidad», olvidando que sin los primeros, los segundos serían conceptos sumamente volátiles, inaprensibles e incluso, en muchos casos, artificiales. A todos nos sonará la frase «lo importante es el fondo, no la forma», frase que he canibalizado con la mía propia: «lo importante son las sardinas, no la lata». Pues bien, no tengo clara la causa –probablemente, la edad es la mejor candidata–, pero la realidad es que mi percepción respecto al tema está cambiando, en el sentido de darle más importancia relativa al denostado «envoltorio». Y no creo que se deba solamente al, en mi caso, evidente e imparable agostamiento de uno de ellos: el cuerpo –incluso, siendo honestos, «la forma»–.    

Pienso que la desconsideración con que se tratan estos términos es debida a centrarse en su significado gramatical, aislado o intrínseco, cuando deberían ser siempre analizados como miembros indisolubles de la pareja que forman con su contrapuesto, es decir, como un conjunto específico. Y es así como creo que revelan su verdadera importancia. Permítaseme reflexionar un poco sobre este tema.

Me gustaría condensar el conjunto de términos minusvalorados en un único concepto: soporte. Con esto quizá ya se empieza a vislumbrar el camino que van a seguir mis reflexiones. Busquemos sinónimos:
En lo material: percha, agarradero, apoyo, sostén, base, cimiento, trípode, fundamento, pata, columna, arbotante, viga, pilar, poste; en lo inmaterial: amparo, auxilio, ayuda, socorro, aval.
En todos los casos, algo necesario, que no puede ser analizado en abstracto, aislado, sin relacionarlo con el objeto –material o inmaterial– que lo «necesita». Porque... ¿qué sería de cualquier objeto sin un soporte –por miserable que sea– que lo sustente? Desde este punto de vista, ¿es el soporte un mero accesorio? Creo que no. Si falla el soporte, lo que sea que soporta, por acción de la gravedad, se cae. Incluso si no pesa –obviamente, me estoy refiriendo a las ideas, a las construcciones mentales–.

Se argumentará que con la desaparición del soporte físico –la muerte del cuerpo– de un gran pensador no desaparecen sus ideas, su legado intelectual, pero esto es debido a que permanecen «soportadas» por su obra escrita. Si no fuera así, sus ideas, como las de la mayoría de los mortales, finalizado el volátil y perecedero recuerdo de su entorno –un soporte caduco–, faltadas de soporte perenne, desaparecerían con él.  

Por lo tanto, el soporte tiene gran importancia. Una misma sinfonía contenida en soportes distintos –por ejemplo, vinilo, CD o mp3– puede pasar de sonar como una fritura insufrible a ser una reproducción razonablemente fiel –incluidos los silencios, lo más difícil de reproducir– del sonido grabado originalmente.

Siguiendo con el soporte físico, podríamos hablar de los casos en que, a diferencia de la música, sin menoscabar su importancia capital, el tipo de soporte no es determinante. Un ejemplo claro es la literatura. El fondo, el contenido, es independiente del soporte. Haciendo abstracción del factor subjetivo y emocional –sin desmerecerlo–, el mensaje es el mismo en soporte papel o electrónico, en desvaídas fotocopias o en una presentación –un envoltorio– con lujosa piel y arabescos dorados en las tapas. Pero aún en estos casos, lo que siempre es cierto es que sin soporte, sin libro o sin los minúsculos dominios magnéticos de un disco duro orientados adecuadamente, no hay fondo, idea, espíritu, ni realidad alguna. No hay nada.  

Y qué decir del soporte inmaterial. Indudablemente, las personas podemos actuar como envoltorios de ideas, incluso como simientes o catalizadores. Este soporte es especialmente aconsejable proyectarlo u ofrecerlo a nuestro entorno próximo, con la absoluta seguridad de que si falta, la consecuencia puede ser la esterilización o enmascaramiento de muchas potencialidades. Todos necesitamos a alguien que nos escuche. Es la mejor fórmula para no sentirnos solos.

Por todo ello, tras estas reflexiones, llego a la conclusión de que el dicho popular que reza «las apariencias engañan» es bien cierto, pero que estas «apariencias» –forma, cuerpo, envoltorio, continente; en suma, soporte– distan mucho de ser irrelevantes. Importan y mucho. Y que esta consideración les restituye la justa cuota de importancia que les habíamos quitado al empezar.

Por último, en línea con el «espíritu» del blog, llevando la deformación profesional al límite, asociaré el «fondo» con la Calidad y, recordando que no puede existir Excelencia sin Calidad, asociaré el conjunto «forma + fondo» a la Excelencia. Esto quiere decir que, conseguida la Calidad –el cumplimiento de nuestros compromisos–, es recomendable guardar las formas, vestir la Calidad con un adecuado envoltorio. Es en estos casos cuando «además de serlo, debemos parecerlo». No sólo es lícito, sino excelente.

«La apariencia sin fondo, se cae. Lo que pudiera ser, queda vacío».

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