- Valor: ¿se puede añadir algo a lo ya tratado? En el blog empresarial analizábamos el término desde el punto de vista de la excelencia, diferenciándolo claramente del concepto "coste", con el que, frecuentemente, se confunde. Recordemos un poco: Valor es "la relación entre la satisfacción de las necesidades y los recursos utilizados". Por lo tanto, utilizando esta acepción, una vez conozcamos las necesidades del lenguaje (su función), podremos conocer su valor, el cual estará en función de los recursos utilizados en su producción (entendiendo como tal, los esfuerzos que hayamos empleado para generar un mensaje con él).
- Pero existen más acepciones. Utilizaremos también la bastarda: el coste. Porque el lenguaje mal utilizado puede representar un coste. Y un coste nunca se amortiza. Es un peso, una losa, que será tanto mayor cuanto peor haya sido su utilización. Y por último, consideraremos la acepción 6 del RAE: "Fuerza, actividad, eficacia o virtud de las cosas para producir sus efectos". En ocasiones, el lenguaje ha de ser "valiente". Aparquemos el tema hasta analizar de nuevo la frase completa.
- Lenguaje: no voy a pavonear de erudición gratuita, entre otras cosas, porque no puedo. Pero si daré mi definición, decantada por mi escaso conocimiento y la experiencia adquirida. El lenguaje es una convención simbólica que pretende (y casi nunca consigue) ser una representación del pensamiento. Y su resultado, su producto, su función, es la comunicación. Cuando lo empleamos en su forma verbal, por la inmediatez (no es conveniente pensar demasiado las frases, para evitar la somnolencia del interlocutor), el riesgo de no expresar lo deseado es altísimo. Este riesgo baja cuando lo empleamos en forma escrita, pero nunca tenemos garantía de éxito (este artículo ya lo querría empezar de nuevo, pero soy muy perezoso ¿es esto poco ético?). En cualquier caso, en este punto, podría ser adecuado ampliar este tema consultando el artículo "Entendimiento y comprensión".
Una vez comentados los dos componentes del título, analicemos el objeto del artículo:
De poco sirve aquí el lenguaje. |
Y, por último, no debemos temer la utilización del lenguaje. Cuando la ocasión lo requiere, se ha de hacer una utilización valiente del mismo. Decir las cosas como son. Llamar a las cosas por su nombre.
Para finalizar, incorporemos la preocupación por el valor del lenguaje a nuestra ética personal. Y digo preocupación, porque, a fuer de rigurosos, no podemos quedarnos mudos. Es suficiente con el compromiso de formarnos permanentemente, hablar con propiedad, atender al interlocutor y asegurar la comunicación. En resumen, "pensar antes de hablar" y "pensar antes de escribir". Todo empieza en el pensamiento.
Karl Popper afirmó "es imposible hablar de tal manera que no se pueda ser malinterpretado". Hagámosle quedar mal.
Y una última frase, perteneciente a la película (absolutamente recomendable) “La herencia del viento”, pronunciada por Spencer Tracy, abogado defensor en el juicio a las teorías de Darwin: "El lenguaje es pobre para expresar las ideas. Sólo podemos utilizar las palabras que conocemos". Mejoremos entonces nuestro vocabulario.
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