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domingo, 13 de mayo de 2012

Satisfacción y Felicidad

De entrada, conviene dejar clara la diferencia existente entre ambos términos:
  • La satisfacción es un efecto,
  • La felicidad es un estado.
Las razones de esta diferenciación residen en el hecho de que la satisfacción siempre tiene una causa. Cuando aseguramos que “estamos satisfechos” lo estamos respecto a algo, normalmente, el cumplimiento de alguno(s) de nuestros requisitos o necesidades. En cambio, no "estamos o no estamos" felices, sino que “somos o no somos” felices. Se trata de un estado de ánimo vital, difícilmente asimilable a una causa o situación específica. Por simplificar (y es mucho simplificar), si quisiéramos definir la felicidad como un efecto (formalmente, lo es), la causa sería haberse cumplido todas nuestras expectativas. Esta es la felicidad filosófica (con las implicaciones que representa el empleo del término “todas”). Más adelante volveremos sobre el tema. Sigamos con la satisfacción:

Apoyaremos nuestra reflexión recurriendo a la primera acepción proporcionada por la Real Academia Española. Satisfacción es: “efecto de satisfacer”. Y, “satisfacer” significa:“cumplir ciertos requisitos y exigencias”. Entonces, sustituyendo, tenemos como definición:

“efecto de cumplir ciertos requisitos y exigencias”

Queda confirmado. La satisfacción es un efecto. Y como todo efecto, tiene su(s) causa (s): el cumplimiento de nuestros compromisos. Pero no debemos olvidar que, en función de su alcance, el efecto (la satisfacción) se produce sobre nuestra persona (compromisos internos) y sobre nuestro entorno (compromisos externos) y que si nuestra satisfacción es conseguir la satisfacción de los demás, entonces, el egoísmo es una virtud.

Ahora bien, al igual que la Excelencia está más allá de la Calidad, ¿hay algo más allá de la Satisfacción?

Para Aristóteles, el fin (objeto) último del hombre es alcanzar la felicidad. Aun cuando la felicidad se puede también entender como placer o actividad contemplativa (mística), nosotros nos quedamos con su interpretación material (ética aristotélica o eudomonista) y la entendemos como un bien y como un fin (un objetivo, una meta, un deseo).

En esta interpretación, Aristóteles también establece que la felicidad tiene tres componentes: animal, racional y social, los cuales son absolutamente coherentes con las Necesidades personales de Maslow, recomendando para todos ellos, la búsqueda de la virtud. Es decir, el punto medio, el equilibrio, la moderación entre pasiones opuestas (en lenguaje coloquial: es tan malo no llegar como pasarse).

Vamos a complementar el enfoque aristotélico con el pragmatismo del diccionario:

“Estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien (alcanzar una meta, o las metas vitales” (RAE)

Y terminamos con reflexiones de cosecha propia:

Si excelencia es más que calidad y calidad es satisfacción, entonces felicidad puede definirse como más que satisfacción: Satisfacción + Alegría. Mi reflexión es que, sin estar alegre, uno puede estar satisfecho pero difícilmente se puede ser feliz (no apto para masoquistas).

La felicidad se alcanza al conseguir (o creer que se ha conseguido) el bien al que se aspira. Es decir, nuestros compromisos. Nuestra ética. Aunque no se puede ser completamente feliz (la eficiencia infinita es imposible). Esto quizá se consigue (subrayo el quizá) en su acepción mística, pero seamos virtuosos, establezcamos compromisos razonables y conseguiremos una felicidad razonable.

Terminaremos estableciendo las equivalencias entre los términos clave:

Cumplimiento ↔ Eficacia ↔ Calidad ↔ Satisfacción
Cumplimiento ↔ Eficiencia ↔ Excelencia ↔ Felicidad

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