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sábado, 6 de octubre de 2012

Las Tres Calidades

Para quien haya seguido los artículos de este blog no le representará ninguna novedad que volvamos a centrar la atención en los dos atributos que caracterizan a la Ética que estamos desarrollando: la Calidad y la Excelencia. Hemos definido ambos conceptos de forma precisa y también los hemos considerado como los únicos indicadores válidos para valorar el grado de satisfacción de nuestro entorno en el cumplimiento de los compromisos adquiridos por nosotros mismos.

Resumiendo, hemos dicho también que "Calidad es compromiso" y que la Excelencia está más allá de la Calidad. Podríamos definirla como la "metacalidad". Estos temas se desarrollaban en el artículo específico Calidad y Excelencia personal y, posteriormente, han ido apareciendo de forma recurrente a lo largo del blog hasta llegar a donde estamos ahora.

Pero de lo que nunca habíamos hablado era de la existencia de tres calidades. Se podrá argumentar que si no teníamos bastante con una. Resulta comprensible, pero tengo la esperanza de que al terminar el artículo habrá quedado desvelado el misterio.

Para visionar adecuadamente el gráfico, se recomienda no padecer miopía mental.
De la definición de Excelencia se desprende que ésta no existe sin Calidad. Por lo tanto, la Calidad siempre será el punto de referencia de la Excelencia. Vamos a emplear una línea de argumentación que nos permita comprender gráficamente el significado de la Excelencia. Para ello nos serviremos del gráfico de las tres calidades, frecuentemente empleado en gestión empresarial para analizar el concepto de Calidad Total, aunque convenientemente adaptado a nuestros propósitos.

Si "Calidad es compromiso", cada uno de los círculos representa distintos conjuntos de compromisos. A saber:
  • La Calidad programada. Lo que has decidido dar. O lo que es lo mismo, tus compromisos contigo mismo y con el entorno. En definitiva, tu ética personal;
  • La Calidad entregada. Lo que das realmente. Tu producción. Tus actos;
  • La Calidad esperada. Lo que se espera de ti. Tanto tu entorno, como tú mismo. Los compromisos que a ambos les gustaría que fuesen asumidos como propios.
Pues bien, obviamente, la Excelencia únicamente se consigue cuando los tres círculos son concéntricos. Cuando coinciden exactamente las tres calidades. Por esto la Excelencia es un estado. Se tiene o no se tiene. Se es excelente o no se es. Y la Calidad admite seis categorías e infinitos grados, determinados por las áreas que encierran las intersecciones de los tres círculos. Pero la Calidad resultante, la que nos interesa, es la Zona Común, que deviene en máxima con la Excelencia.

Comentemos brevemente las seis áreas:
  • Compromisos inútiles: Te has comprometido a algo que ni cumples ni esperan de ti;
  • Satisfacción personal inútil: Estás cumpliendo compromisos adquiridos que nadie espera;
  • Esfuerzo inútil: Entregas algo que ni has asumido ni espera tu entorno;
  • Ética amenazada: Estás cumpliendo necesidades o expectativas de tu entorno no asumidas;
  • Entorno insatisfecho: No estás cumpliendo compromisos adquiridos y esperados;
  • Zona Común: La potencial Excelencia.    
Para conseguirla debemos cumplir algunas condiciones, necesarias, pero no suficientes: extremar nuestra sensibilidad para identificar las necesidades y expectativas de nuestro entorno (Calidad esperada), asumir como propias estas necesidades y convertirlas en compromisos (Calidad programada) y extremar el rigor en su cumplimiento (Calidad entregada). Cumplidas estas condiciones, podremos empezar el camino.

Por lo tanto, no resulta difícil presumir de cierto nivel de Calidad. Pero hablar de Excelencia son palabras mayores. En nuestras manos está. Intentemos conseguirlo. Busquemos la Excelencia.

"La vida es como una obra de teatro: no es la duración sino la excelencia de los actores lo que importa" (Séneca)

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