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martes, 31 de julio de 2012

La Felicidad y sus estados

La Felicidad ¿es una excepción?
Independientemente de lo que el interesado entienda por ella (de hecho, es al único que le interesa), la felicidad es un estado. Somos felices o no lo somos. La felicidad, a diferencia de la satisfacción, no admite grados (se puede estar muy satisfecho o poco satisfecho). Pero no es un estado binario. Es un estado trinario. Cuando no somos felices, no significa que seamos infelices. Existe un estado intermedio, que podemos llamar estado de indiferencia. Se trata del estado en el que, estadísticamente hablando, se encuentra la mayoría de los individuos durante la mayor parte de su vida. Se le podría llamar también, estado "normal".

Creo también que la felicidad, al igual que la infelicidad, no es un estado permanente (con la excepción de la felicidad "mística", la cual, al decir de los que la disfrutan, puede llegar a serlo).

Por lo tanto, uno es feliz hasta que deja de serlo. Y entonces cambia de estado a indiferencia (normalidad) o infelicidad.

Del mismo modo, la infelicidad permanente también es bastante improbable. En uno u otro momento, por una u otra circunstancia, uno deja de ser infeliz. Aunque sea por poco tiempo.

Entonces, podríamos definir la vida como una sucesión aleatoria de los tres estados. Y la clave reside en disfrutar plenamente los momentos de felicidad y aceptar con racionalidad (no me gusta el término “resignación”) los de infelicidad.

“La felicidad no existe en la vida. Sólo existen momentos felices” (Jacinto Benavente)

“Felicidad no es hacer lo que uno quiere sino querer lo que uno hace” (Jean Paul Sartre)

“Nunca serás feliz si sigues buscando el origen de la felicidad. Nunca vivirás si le buscas el sentido a la vida.” (Albert Camus)
y no podía faltar...
“La felicidad del hombre tiene por nombre ‘yo quiero’” (Friedrich Nietzsche)

4 comentarios:

  1. La felicidad es justamente tal y como la describes en este artículo: un estado trinario. Y no puede ser de otro modo, porque si el organismo experimentase un estado de felicidad permanente, su sensibilidad quedaría destruida. En cuanto a la felicidad permanente de la experiencia mística, es sólo un mito, la experiencia mística es un estado de felicidad tan pasajero como cualquier otro. On/Off determina el funcionamiento neuronal, y este On/Off lo determina en realidad todo en la vida. Sin fondo no tienes figura, sin largo no tienes corto, sin momentos de indiferencia o displacer no tienes placer... No hay porque preocuparse, como muy bien refleja la sabiduría popular "Cé la vie", así es la vida.

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    1. Me complace la coincidencia de opinión y te agradezco que con tu atención enriquezcas este humilde blog de reflexiones personales. Resulta muy interesante tu referencia al estado binario de las neuronas (la expresión funcional más simple) y su enorme trascendencia, lo que me hace pensar que la base del pensamiento es uno de los pocos ejemplos (quizá el único) del triunfo de la cantidad sobre la calidad. Las neuronas son los ladrillos y la importancia está en la red, en las conexiones e interacciones. En suma, en el sistema, en el edificio. ¿Gran Arquitecto?, no lo sé, pero buena la que (qué o quienquiera que sea) ha liado.

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  2. A mí también me fascina la red neuronal, más de cien mil millones de neuronas interaccionándose y, para mí, dando lugar gracias a ello a la "propiedad emergente" de la conciencia, de la cual, tomada aisladamente, cada neurona no sabría nada. ¿Es una neurona una función mínima de conciencia? Si no la es, ¿la encierra? Y esa función mínima sumada ordenadamente a millones de funciones mínimas, ¿no harán emerger la red compleja de la conciencia, y de la que cada neurona aisladamente no sabría nada? Y si esto es así, ¿es posible que este colosal sistema de células nerviosas, donde cada una de ellas realiza una función de conciencia muy precisa, y sin la cual el increíble proceso emergente de la conciencia se vendría abajo, se haya formado fortuitamente? Un teólogo dijo que sería muy poco probable encontrarse un reloj suizo tirado en la calle, con su increíble maquinaria de precisión, acabado, etc., y que éste se hubiera formado debido a la acción azarosa de los elementos. ¡Pero es que el sistema nervioso humano en su complejidad, precisión e inteligencia le da infinitas vueltas al mejor de los relojes suizos! No somos conscientes de ello, pero la tecnología más tremendamente sofisticada que existe la llevamos justo dentro del cráneo. Que no la usemos, o que la usemos inadecuadamente, eso ya es otro cantar. Indudablemente, el tema del sistema nervioso, como no puede ser de otro modo, me apasiona.

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    1. El riesgo es que acabo de enterarme de que la optogenética acaba de demostrar la posibilidad de cambiar el estado de las neuronas mediante la luz. Ni me imagino el uso que se le podrá dar a este descubrimiento dentro de 100 años. Bueno, si que me lo imagino. Sólo espero que no sea el que ambos pensamos.

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