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miércoles, 15 de agosto de 2012

La Libertad y el Debate

Por su extraordinario interés, alojo en mi blog este clarividente artículo de Lluis Foix, publicado el martes, 14 agosto de 2012 en La Vanguardia y me permito el atrevimiento de comentarlo. El texto original se muestra en cursiva (los resaltados son míos, espero no emborronarlo demasiado).

Soportar nuestra responsabilidad nos hará fuertes.
Jerusalén mata a sus profetas y Atenas a sus pensadores. Es una de las muchas conclusiones a las que llega el asombroso George Steiner en su libro "La poesía del pensamiento", un estudio de la relación entre lenguaje, poesía y pensamiento filosófico desde los tiempos presocráticos hasta nuestros días. La historia revela que no hay vocación más peligrosa que el ejercicio de la razón, una constante crítica, franca o disimulada, de las normas dominantes. Uno de los peligros que plantea la crisis que recorre toda Europa, también en los países que imponen sus criterios sobre otros con el argumento de que son más poderosos, es que se apaguen las voces críticas del ejercicio de la razón porque pueden ir en contra del pensamiento mayoritario.

El respeto a las minorías que garantizan los sistemas libres no se limita a la procedencia geográfica o étnica, sino que abarca también al derecho a disentir de ideas que por ser mayoritarias no equivale a considerarlas únicas y obligatorias.

Los gobiernos, desde el de la canciller Merkel al de Rajoy y el de Artur Mas, representan a sus conciudadanos respectivos y han de garantizar la pluralidad y diversidad de sus sociedades. Una de las razones que explican la última gran tragedia europea es la eliminación o desprecio de voces que en Alemania, y también en Francia, no aceptaban los parámetros del totalitarismo nazi. El pensamiento crítico se pagó con la vida, el caso de Trotski es uno de los más emblemáticos, en la Rusia de Stalin. Se daba la circunstancia de que los gulags eran ignorados por los pensadores marxistas de manual y los que se atrevieron a disentir fueron considerados traidores a la gran causa de la revolución mundial.

El consenso ha gozado de gran prestigio en la transición española. Me parece bien. Soy más partidario, sin embargo, del debate abierto y plural para discutir desde la razón sobre las cuestiones que nos preocupan a todos. El viejo Chesterton dejó escrito que el problema de su tiempo no era la falta de fe sino la falta de razón. Lo mismo ocurre hoy. Max Weber lo formuló de otra manera en la distinción entre la ética de la convicción y la ética de la responsabilidad.

Vienen tiempos, en definitiva, de responsabilizarse de las consecuencias de los propios actos sin refugiarse en cargar la culpa a los otros, sobre todo cuando las cosas no marchan como se había previsto.

En primer lugar diré que me parece acertadísima y oportuna la simbiosis entre literatura y filosofía y su proyección sobre el tormentoso momento histórico que nos afecta. En segundo lugar, destaco el extraordinario peso específico, la densidad conceptual de la exposición que se encierra en las escasas líneas de texto empleadas. Esta capacidad de síntesis es absolutamente infrecuente. La calificaría de una obra de arte minimalista. Hemos visto pasar ante nuestros ojos, en rápida secuencia, conceptos tales como Religión y Filosofía, Fe y Razón, el respeto a las minorías, el nazismo, el comunismo y la Ética, de tal forma que, una vez finalizada la lectura, no nos deja otra opción que reflexionar profundamente.

Terminaré diciendo que, en mi opinión, el alcance del artículo rebasa los límites de Europa y se extiende a cualquier sociedad con gobierno democráticamente elegido y a cada uno de sus miembros, como queda magníficamente expresado en la última frase. La responsabilidad recae en cada uno de nosotros. Lo de cargar las culpas a los otros es un recurso de mediocres e incompetentes. Deberíamos tomar conciencia y actuar en consecuencia, empezando por denunciar este discurso omnipresente en el discurso político excretado desde cualquier esquina del espectro.

Pienso, y así justifico esta "apropiación", que es un excelente principio de actuación a incorporar a nuestra ética personal.

"La libertad significa responsabilidad. Es por eso que la mayoría de los hombres la ignoran" (George Bernard Shaw)

"Culpar a los demás es no aceptar la responsabilidad de nuestra vida, es distraerse de ella" (Facundo Cabral)

"No puedes escaparte de la responsabilidad de mañana al evadirla hoy" (Abraham Lincoln)

"Destruir el principio de responsabilidad, o al menos trasladar la responsabilidad (de los individuos a los funcionarios), no es un inconveniente menor. La responsabilidad es todo para el hombre. Es su motor, su profesor, su remunerador y su vengador. Sin ella, el hombre pierde su libertad de escoger, su capacidad de perfeccionarse y su moralidad. Sin ella el hombre deja de aprender, deja de ser hombre. Cae en la inercia y se convierte en una unidad de un rebaño" (Frédéric Bastiat)

1 comentario:

  1. Este artículo despierta en mí un especial interés puesto que el permanente ejercicio de la razón crítica resulta un elemento imprescindible para el sano desenvolvimiento de una sociedad. Porque, ¿cómo sujetan los poderes de hecho, cuyos intereses no siempre son los más adecuados para el desarrollo social general, a los sujetos? Sin duda, sujetando el ejercicio de la razón crítica. ¿Cómo? A través de muy diversos medios: la propaganda mediática, sesgando la información, por medio del control de los contenidos del currículum escolar, etc. Por lo tanto, el cultivo y el ejercicio de la razón crítica resultan funciones vitales para una sociedad que quiera avanzar.

    No obstante, no resulta nada fácil el ejercicio de una razón crítica que sea de calidad, es decir, que tienda a identificar los impedimentos y a construir algo mejor a lo dado, y no a dividir, enfrentar y empeorar las situaciones existentes. Una razón crítica de calidad requiere mucha inteligencia, y moverse más allá de intereses parciales, prejuicios o conclusiones predeterminadas. Es muy habitual encontrarse con todo tipo de críticas a los hechos, procedentes de todos los ámbitos, pero muy infrecuente hacerlo con una razón crítica de calidad, constructiva, sagaz, inteligente. Por esta razón, creo que habría que educar la razón crítica, como uno de los instrumentos más poderosos de avance social, desde las tempranas etapas de la vida.

    Por otro lado, la responsabilidad es uno de mis temas favoritos. Efectivamente, la libertad implica responsabilidad, o no es libertad. La libertad no es el derecho para hacer lo que a uno le de la gana. Esta es una forma relativamente habitual, pero muy prosaica de entender la libertad.

    Uno es enteramente responsable de sus actos, y de sus consecuencias, de aquello que decide ser, o apoyar, etc. No caben excusas. Culpar a otros por lo que uno decide hacer con su vida y libertad es en todo caso un acto de mala fe, propio de hombres sin sentido de la honestidad, y de escasa o ninguna valentía para tomar sobre sus hombros la responsabilidad de su propia vida, de sus decisiones, de sus actos, de sus errores, etc.

    Razón crítica, libertad, responsabilidad, son temas verdaderamente importantes, y creo que en este artículo son tratados tal y como deben serlo.

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