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lunes, 30 de abril de 2012

Calidad y Excelencia personal

En el blog dedicado a la Empresa ya hemos analizado el significado genérico de ambos términos y hemos establecido que la Calidad es eficacia y, probablemente de forma un tanto simplista, que la Excelencia es eficiencia. También hemos concluido que, en este ámbito, ambos términos se han venido empleando de forma tan superficial y rutinaria que han quedado prácticamente vacíos de contenido.

Pero esta situación de hecho, no les resta valor (término que expresa un concepto fundamental en la Excelencia y al que le dedicaremos una entrada específica). Vamos a ver en que forma pueden aplicarse a nuestras actividades cotidianas (me resisto a emplear el término “vida”) y cómo pueden ayudarnos a aumentar nuestra satisfacción (hablaremos también de grado de bienestar, felicidad, etc.)


Calidad personal

¿Qué es la Calidad personal? Extrapolando la definición general: El grado en que cumplimos nuestros  compromisos. Nuestra Calidad personal será mayor cuanto mayor sea nuestro grado de cumplimiento. Por lo tanto, también podemos afirmar que “Calidad es compromiso”. Y que sin compromiso no hay Calidad personal.

Dejemos claro el significado de compromiso: “Obligación contraída” (primera acepción del Diccionario RAE). Contraída voluntariamente por nosotros mismos. No impuesta. Quede claro que hacer las cosas “por obligación” no aporta un ápice a nuestra Calidad personal. Además, los compromisos contraídos por nosotros, son de dos clases: Los contraídos con nosotros (los llamaremos internos) y los contraídos con los demás (obviamente, externos). El incumplimiento de los internos sólo nos afectará a nosotros y, a menos de que seamos patológicamente insensibles, nos provocará insatisfacción. En cambio, si incumplimos los externos, afectará a la satisfacción de “los demás” (nuestros clientes), reduciendo la Calidad percibida (las implicaciones y el impacto de este supuesto en nuestra satisfacción se desarrollarán en la entrada dedicada a la Ética personal).

Terminaremos diciendo que la Calidad a que nos referimos en este blog es la aplicable a la persona en sí, no a alguna de sus características. Por ejemplo, cuando nos referimos a un violinista “de calidad”, sólo consideramos su calidad como violinista, no como persona (perdón por la obviedad). También es conveniente concluir que, a diferencia de la Excelencia, la Calidad es un grado.

Excelencia personal

No puede haber Excelencia sin un grado razonable de Calidad. Subrayo el término para no ser tachado de fundamentalista, pero, conceptualmente, primero está la Calidad y después la Excelencia. Una persona, antes de aventurarse por los insondables caminos de la Excelencia debería preocuparse de cumplir todos sus compromisos.

En pocas palabras, tal y como se ha definido: Excelencia es cumplir mejor nuestros compromisos. Y algo más. También dijimos que está “más allá de la Calidad”. Esto significa que debemos extender nuestra atención a las nuevas claves que la caracterizan (ya hemos identificado como una de ellas a la eficiencia), las cuales se irán desvelando en futuras entradas.

Concluiremos afirmando que, a diferencia de la Calidad, la Excelencia es un estado. Se es (o no se es) excelente. Y nos seguiremos dedicando a la persona. Un violinista excelente no es, necesariamente, una persona excelente (pido perdón a los violinistas).

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